Por: Antonio Muñoz Vásquez
Un humilde jubilado se ha abierto camino en el duro mercado del trabajo, ofrece a diario los alfeñiques que prepara su esposa. Su nombre es Rodrigo, pero si alguna vez va a Cartavio pregunte por “el rico, rico”.
- ¡Mmm, que rico, y que suave! ¿Cómo se llaman?”
- alfeñiques amor, se llaman alfeñiques.
- Que nombre tan raro.
Lo mismo pensé yo cuando me preguntaron si quería comer “buñuelos”, ¿pañuelos?, no, no “buñuelos”, no gracias. Con esos nombres uno se imagina cosas inverosímiles. “¡Ahh, picarones!”. Supongo que eso le pasa a cualquiera. Pero ese día ella tenía razón, los alfeñiques del “viejito” estaban riquísimos. ¿Cómo se llama? “Rodrigo”, me dijo, mientras ella jalaba de mi mano.
Delgado, bajo de estatura, una gorra vieja cubre su cabello cano y lo protege de la lluvia de ceniza, su voz es fuerte como una sirena de bombero, con su caminar encorvado recorre a diario las calles de Cartavio desde hace más de 11 años, y aunque es humilde en reconocerlo, es de esas personas que marcan nuestras vidas con su trabajo. Le encontré en una de sus faenas diarias. Cuando me acercaba para saludarlo y pedirle una entrevista, paró repentinamente su andar, abrió su bolsa y me dijo: ¿Cuántos quieres? Conoce muy bien su oficio, es por eso que sabe que cada minuto es importante, y que las entrevistas se dan en los días de descanso.
En los años cincuenta, cuando Cartavio era una hacienda de gringos ingleses, los varones empezaban a trabajar desde muy jóvenes, hasta ahora mi abuelo y otros tantos septuagenarios, cuentan con lucidez envidiable sobre las largas faenas que vivieron. Rodrigo empezó trabajando desde que era un niño, y en sus casi cincuenta años de servicio se desempeñó en múltiples tareas. “trabajé en el pesebre (criadero de caballos de paso), barriendo las calles, de albañil, no me corría de los trabajos”, cuenta. Hasta ahora trabaja muy duro pues la pensión de jubilado no le alcanza a la familia.
Su segunda pasión es la militancia en el PAP “el partido”, como es común llamarle. “Trabajé con el maestro Víctor Raúl, y conocí a Alan (García) jovencito, cuando vino por primera vez”, recuerda. Dice que ya perdió la cuenta de los años que lleva en el partido, en las malas y en las peores. Los compañeros le conocen como “gallareta”, por la particular voz que tiene, y dice no incomodarse cuando le llaman así. “Porqué me voy a enojar, ya me acostumbré”, dice sonriendo.
Hay una receta mágica que hace que una pasta de azúcar cocida, estirada y puesta en papel sea tan deliciosa. El secreto lo tiene doña Cleofé García de Vargas, autora intelectual y material de las delicias que ofrece a viva voz don Rodrigo, su esposo. “Parte del secreto está en la leña”, confiesa. Compañera por más de veinticinco años, doña Cleofé, sabe que una de las cosas que mejor hace es preparar alfeñiques.
“Cinco horas bien trabajadas”, dice Rodrigo; sale a ofrecer su producto todas las tardes por las calles de Cartavio. Él cuenta con un itinerario, no recorre las mismas calles todos días, sabe por donde hay que ir. Pero lo que le ha llevado a la fama es su particular forma de ofrecer alfeñiques, su voz puede ser escuchada a cuadras de distancia diciendo: “¡ricos, ricos alfeñiques!”, sin duda una fórmula que lo ha llevado a tener éxito.
¿A cuánto? “diez céntimos cada uno, y seis por cincuenta”, no es el gran negocio pero alcanza para comer. Doña Cleofé cuenta que le mandan hacer pedidos, a veces grandes, para vender en otros lugares o para algún familiar que viene y quiere llevarse un dulce recuerdo. “Tenemos nuestros caseros” dice. Los veranos no son impedimento para el negocio, la playa es un punto de venta obligado; “ahí no se vende alfeñiques, nadie compra alfeñiques en la playa; para allá llevo a vender chicha blanca”.
Ya es hora de marcharse, “disculpe por haber interrumpido su siesta”, le digo avergonzado. Cruzo el umbral de la puerta, la tarde fría me espera afuera, salgo del barrio de mi amigo Rodrigo comiendo alfeñiques, hace frío, espero que tenga cómo abrigarse. Mañana será un día muy duro.
Luz Merly y el videoclip de "Por un mañana mejor"
-
La cantante peruana Luz Merly nos entrega una canción llena de esperanza y
que compartimos aquí en Trujilloteve
0 comentarios:
Publicar un comentario