APRENDIENDO A CALZAR UN ZAPATO.




Una historia que empieza con buscar un trabajo y termina por aprender un oficio y una vida nueva

La industria del calzado trujillano ha logrado trascendencia internacional, puesto que ocupamos el tercer lugar con respecto a calidad, moda y reconocimiento en el mercado mundial.

Mi padre al igual que hombres de su familia han dedicado toda su vida al oficio de la mecánica, por lo que toda mi vida he transcurrido en medio de reparaciones y fabricaciones de maquinas industriales creadas para la industria del calzado, que ocasionaba la concurrencia de “Zapateros”, término popular que se refiere a los fabricantes del calzado. A pesar de ello había tardado en aprender los secretos de la fabricación de este bien.

Con todo un entorno relacionado a esta industria y con un cuantioso número de trabajos informales, la toma de conciencia y la independencia requieren dinero en el bolsillo que era con lo que no contaba, por ello cuando mi mama me solicitó aquella mañana un puesto de trabajo en la fábrica de un conocido de la familia no dude en aceptar.
-Hola, ¿como estas?
Fueron las primeras palabras que cruzamos con mi jefe, un joven empresario si, pero viejo en la fabricación de calzado.

Dos días después de ese encuentro me encontraba laborando en un pequeño taller ubicado en Alto Trujillo, zona “desamparada” de la ciudad, que en realidad de desamparada tiene poco pues ahora se ha convertido en el centro de la industria de calzado por contar con abundante mano de obra además del bajo costo de vida y producción de este bien que resulta por aquel lugar.

Salude a mis nuevos compañeros de trabajo, ese día llegué con todo el temor a cuestas, sin embargo las palabras de mi jefe me tranquilizaron.

-No te preocupes aquí el lema es malogrando se aprende. Lo primero que vas a hacer es echar pegamento.

Pues sí, la base de ese trabajo es usar este entre otros químicos. El trabajo todavía es rudimentario pues aún a esta microempresa no llega la tecnología de las maquinarias italianas que sí poseen los grandes consorcios trujillanos. Sin embargo esto beneficia a la gente que subsiste a través de este oficio, trabajo que con la tecnología es minorizado por máquinas creadas por el mismo hombre.

Con el pasar de los días reconocí que mi trabajo como parte en el proceso de fabricación, era “perfilar” que consiste en dar un acabado a través del doblado y costura entre otros agregados a la parte superior del calzado, que se une a la base conocida como suela en otros casos es la planta, pero esa unión forma parte del trabajo del armador.
A la vez que laboraba y aprendía mi función me interesó conocer con exactitud este sistema de producción que se inicia: Con el corte del material de la cual se encarga el cortador por órdenes del jefe, que le indica qué modelos se fabricarán; estos cortes pasan al perfilador, quien se encarga de darle forma y coser según indica el modelo para ser pasado al armador quien con ayuda de moldes, ósea hormas entallan y arman el calzado con la suela para finalmente llegar a manos de la alistadora, quien limpia, pinta emplantilla, embolsa, codifica y encaja para quedar finalmente listo para la venta.

Esta fábrica de marca “Javiel” dedicada a la elaboración de calzado para dama, es una de tantas que se encuentra por esta zona de Alto Trujillo y aunque todavía se encuentra dentro del grupo de microempresas que esta creciendo gradualmente genera 14 puestos de trabajo sobre todo en el sector “C” y “D” de nuestra ciudad.

La convivencia en el lugar no es fácil: contar mis anécdotas, y dialogar no es lo primordial pues las bromas grotescas rebasan una conversación cordial.

¡Oe hue…que avanza!, ¡Chupa tráeme los cortes!, ¡oye flacuchenta tienes crédito!,
Vaya que me impresioné la primera vez que escuché tal lenguaje aunque nunca he tenido un lenguaje culto pero aquí si que me dieron todo un curso.
Pocas eran las veces que dialogaba en una conversación sana con mis compañeros, por que aquí no existen amigos, las bromas es lo que cuenta.

-yo estudio Ciencias de la Comunicación en la Universidad pero me gusta este oficio, y ¿a ti?
-Ah bueno yo solo terminé la escuela, aprendí a armar y aquí estoy trabajando.

Aprender este oficio no es fácil, y si a esto se suma el convivir en un aglomerado costumbrismo distinto al que estabas habituada.
En ocasiones sentía ignorancia pues a pesar de tener el mismo idioma no entendía el sentido de sus comentarios que se tornaban en bromas groseras, llena de jergas, y a veces hasta soeces propias de un lenguaje popular, un lenguaje que se acomoda a la cultura rural de nuestro buen país.

Ha pasado mas de un año desde que llegue a laborar en este nuevo mundo lleno de experiencias que hasta hoy sigue en travesía, como un sin fin de las aventuras que me falta recorrer y digo recorrer porque el formar una empresa, hacer una industria en este país no esta del todo mal, es rentable, muchos de ellos tienen lujosas propiedades así como autos últimos modelos, pues a pesar de que esta industria a decaído en los últimos años lo que ocasionó que muchos de los antiguos fabricantes quebraran, aún resulta rentable siempre y cuando sepas administrarlo con responsabilidad, orden y perseverancia, además de un justo impuesto que se requiere de parte del Estado.

El 80% de esta industria se ha formado con el puro instinto, habilidad y creatividad que sólo puede tener un buen peruano emprendedor más asegurado está el éxito con una buena estrategia de mercado que se requiere desarrollar.

La convivencia en esta empresa es sumamente provechosa. La tolerancia es lo primero, y el aprendizaje es continuo.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More