El show de los uña y mugre


Ocho años después Alberto Fujimori y su ex asesor vuelven a verse las caras.
Hoy, Vladimiro Montesinos no sólo se levantó temprano (el movimiento y dirección de las fuerzas especiales de la policía inició a las 6 de la mañana) para testimoniar en el juicio oral que se le sigue al ex mandatario; sino también con el pie izquierdo. Pues, si su plan era asear, exculpar y limpiar a Fujimori, el papel fue tan mal ejecutado que, como dirían las abuelitas, se le vio hasta el bombasí. Su actitud fue muy reveladora, pese al consejo continuo de su abogada (Estela Valdivia), le fue imposible reprimir la alegría que le provocaba el reencuentro con Fujimori. Evidenciando complicidad mutua, amistad y hasta una especie de unión íntima.

Luego de una entrada impecable y con actitud desafiante, Vladimiro, empezó el show judicial con una sugerente venia a lo oriental para su ex asesorado.
Levantó la voz en varias ocasiones para defender sus argumentos:
-“Las razones de Estado. ¿Ud. no sabe qué son razones de Estado?”
-“Ud. quiere decir que por razones de Estado se pueden cometer delitos?” –cuestiona el fiscal José Antonio Peláez-
- “Si.”
El Pdt. de la sala lo llamó a orden en más de una oportunidad:
-“Ud. tiene que contestar a las preguntas que le formule el fiscal, estamos en lo cierto?.

Por momentos se rehusó a contestar al fiscal.
-“Voy a contestar en la medida que estime pertinente”.decía “Vladi”.

Amor en los tiempos del proceso judicial
Luego le siguieron una serie de coquetos encuentros de miradas que atestiguaban la enorme amistad y cariño aún existente entre el ex Doc. y el acusado por los asesinatos de Barrios Altos y La Cantuta, quien no dudó en responderle con una guiñadita de sus ojos chinitos, captada por cámaras de la prensa local e internacional.

Evidentemente emocionado por el reencuentro y bastante acelerado, sin mediar pregunta alguna, ya estaba el ex asesor proclamando la inocencia de su “uña y mugre” con una gesticulación sardónica y con gran énfasis verbal al mismo estilo del “chino”,
cuando decía “disolver, disolver”.

Desmintiendo la mayoría de los pronósticos que lidiaban entre dos escasas opciones: o actuaba a favor del acusado guardando silencio y defendiéndolo, o se convertiría en testigo de cargo, ratificando aquellas declaraciones públicas en las que lo llamó cobarde y le increpó su falta de hombría para asumir la consecuencia de sus actos; Montesinos, no optó ni por el silencio ni por delatar a su cómplice, más bien la emoción desmesurada lo mostró parlanchín en su sospechosa insistencia sobre las virtudes del inculpado “el alto criterio de Fujimori”, “ la sensibilidad del presidente Fujimori”, “firme, con energía, con una estrategia bien definida”, “de memoria elefantiásica”, “con el coraje que lo caracteriza”... sólo le faltó llamarlo lindo.
A cada frase como éstas, le seguía una mirada risueña de “tu sabes por qué lo digo” que era respondida con la sonrisa enamorada de su cómplice ex dictador.
Alberto Fujimori parecía estar disfrutando de la presencia de su ex asesor. Estaba atento a todo. Esta vez no se quedó dormido ni por un segundo.

Montesinos, “payasito parlanchín”
Al ex hombre de inteligencia se le fue la lengua más de una vez y los nervios, por la abrumadora evidencia que lo hacen responsable de graves delitos, le hacían hablar más de la cuenta. Dijo cosas interesantes como que había gozado de una baja ficticia; como que estaba con Fujimori desde las cinco de la mañana en el Circulo Militar en el periodo de la segunda vuelta electoral 1990; como que luego “sugería” a quién debía nombrarse Ministro de Defensa; como que “mandó” como espía al Ecuador a su ex instructor; como que por “razones de Estado” se pueden cometer delitos.

Juntos... y también revueltos
Vladimiro Montesinos hizo lo que quiso. Negó lo que todos sabíamos que iba a negar, regó acusaciones a los representantes de la fiscalía y a generales como Chiabra; se burló de políticos como el ex vicepresidente Máximo San Román (“le preparaba el desayuno a Fujimori, servía el café y cortaba el salame. Su cerebro no le daba para más”); reveló secretos de inteligencia (“Plan Motel”, de Velasco), para luego escudarse en argumentos tan absurdos como el de la clasificación de la información de inteligencia (llegando a compararse con el jefe de la CIA) y su derecho a la no incriminación para no responder a las preguntas del fiscal.
Señaló también que siempre estaba pendiente de la salud del ex gobernante.

Tres funciones tres?
Pues no. Al final de la jornada judicial, Montesinos dejó a todos los presentes desconcertados. Declaró a su público que no lo esperen el miércoles porque la función había terminado: “A partir de este momento ya no voy a contestar ninguna pregunta, en razón de que considero declarar en primer lugar en el proceso que por los hechos de Barrios Altos y La Cantuta que se me viene siguiendo en la primera sala penal especial. En consecuencia a partir de este momento no voy a declarar más sobre este tema”
Pero antes de negarse a hablar más, Vladimiro Montesinos, libró de toda responsabilidad sobre las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta al acusado Fujimori.

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