cortinas de humo
¿Recuerdan a Michael Urtecho? Yo no mucho. Me re-enteré en un programa que es congresista de oficio con algunas ideas interesantes sobre el último discurso presidencial. Me sorprendió que el discurso haya sido demasiado calmado. Además, creo que faltó mencionar obras para varias regiones, como La Libertad.
Afortunadamente, no soy aprista y convengo con Urtecho en lo declarado. Sin embargo, justamente por tratarse de él, sospecho que la cuestión tiene mucho de neblina. Nos preocupa, en tanto hacemos larga lo de nuestra cavalleria rusticana, el simple hecho de no ser nombrados. El resto del país puede irse mucho al carajo, importamos nosotros porque exportamos a nuestros Vallejos a París, tenemos a otro a punto de convertirse en campeón de fútbol y compartimos lo bueno. Finalmente, no hay mayor preocupación ni otro tipo de ofensa en las omisiones del mensaje presidencial. El patris patriae en cambio, alaba el mantenimiento de las medidas económicas, porque el Perú no puede parar y no sé qué más.
Trujillo no puede renunciar a su sentimiento señorial, pese a que el tiempo ha deshojado su hidalguía con la violencia y la fruición de una leorette. De este hecho deriva que se sienta relegado en el discurso del protagonismo que años atrás mantuvo –aunque debamos recordar que tal se sustentaba en el ocupante de la silla de don Diego y no en la prosapia aristócrata de sus respetables vecinos. Hoy, en manos de un alcalde que no es mejor que el saliente y que prometió cambios sin siquiera hacerlos en las confusas señalizaciones del centro urbano, Trujillo importa menos que la última ópera estrenada por Juan Diego Flórez. Tantos años de humareda automotriz irresuelta contamina cualquier pulmón y cualquier cerebro. A Trujillo no le importa el progreso. Le importa la tradición. A Trujillo no le interesan las obras. Le interesa su nombre.
amanecer húmedo
Amanece. El ruido de los vehículos apurados forma parte de esa rapsodia de sensaciones a las que uno se habitúa en la vida citadina. La humedad de las mañana hace estragos en mi débil sistema respiratorio. Carajo, digo luego de estornudar violentamente sobre mis sábanas. Y carajo vuelvo a decir minutos más tarde, al caerme el primer chorro de agua fría.
Enciendo la televisión desde la ducha. Siempre dejo el control remoto sobre la tapa del inodoro para evitar la fatiga. Además, con tantos accidentes y tanta muerte prefiero escuchar lo que sucede pero no ver. Tengo fobia a la sangre, a los descuartizados y a los riñones desperdigados. ¿Una chica muerta en un accidente en Fiestas Patrias? Y todos le echan la culpa a la neblina costera que se ha prolongado en algunas zonas por más de 45 días.
Bajo con cierto apuro –la mañana lo envuelve todo en su tenue aroma de velocidad-, tomo un jugo X y a duras penas trago un pan con algo. Camino con el mp3 colgado. Donna Summer y On the Radio. Una de las canciones más preciosas que haya escuchado, capaz de hacerme llorar y amar sin medida alguna al mundo circundante… ¡Epa! Veo a alguien sacando la cabeza por la ventana de su tico. ¡¿Qué te pasa, guebón?! El grito se confunde con la música de un bolero que sale por su ventana.
Afortunadamente tengo tiempo para regresar al borde de la vereda sin mayor susto. Me reincorporo. Me toco. Respiro poco a poco hasta sentir de nuevo al aire. Advierto el grueso muro de niebla. ¿Mi mp3? Todo tiene un sutil aroma de velocidad cuyos efectos son escuetamente embriagantes. Donna Summer yace adherida por siempre al pavimento. Ooooo, on the radio…
humoniebla
Escribiendo estas frases sobre tablones y colgándolos en visibles paneles, los polacos tras la Cortina de Hierro contaban un chiste:
“Hay humoniebla en Varsovia”.
“Hay humoniebla en Budapest”.
“Hay humoniebla en Praga”.
“Pero no hay humoniebla en Cracovia”.
Luego, un grupo de muchachos llegaban y sin que nadie se fije antes en el resultado, intercambiaban el orden de las frases y las palabras. ¿El resultado?
-Me jodí; tengo gripe- decía Marquito, mientras se limpiaba la nariz con el dorso de la mano. La contaminación nos caga a todos, siguió. Marquito es un amigo de esos que te hacen la taba indistintamente a cualquier sitio, sea a los piercings, al Bizarro o a las putas. También podía facilitarte algún sencillo si es que te resultaba el plancito y el telo estaba carioca. Si no tenía, pues te prestaba el cuarto de sus viejos o lo alquilaba.
Eran las dos de la mañana en Bizarro. Marquito estaba medio picado y vaciábamos la novena cervecita. Estábamos con fichas pues un negocio nos había salido y ya ps, todo esfuerzo tiene su merecida recompensa.
Cuando estábamos algo empilados, unas flacas se acercaron y tomaron una mesita cercana a la nuestra. Qué ricas, dice Marquex, y yo apruebo. Nos acercamos para hacerles la conversa y al poco rato pedíamos más chelas. Una de ellas se llamaba Marion Palmer, y lo decía con su acento bostoniano que me hervía las hormonas. La otra, Mónica Gutiérrez, era algo así como su brichera. Hablamos mucho de todo. Afortunadamente, mi inglés es algo más que fluido y mi repertorio abarca desde algún vocabulario técnico hasta ciertos giros de la jerga gringa. -Where are ‘u from? -I’m Boston, and ‘u? Are you from ‘ere? -Yeah, but my family… y la conversación prosiguió. Era evidente. Quería llevármela a la cama. No se trataba ni siquiera de gusto, sino de un reto. Se trataba de una gringa espectacular con curvas sobre las que ya quisieran patinar los cholos microbuseros.
Le hice la taba a la barra, pedimos dos cervezas. Marquito ya estaba agarrando con Mónica. Interrumpiéndole, le toqué el hombro. Le pedí un par de ponchos. Se apartó a un lado, se me acercó y me los dio. Me hizo una seña pícara con el ojo.
Marion y yo salimos del lugar como a las tres y media. Avisto a un tico, lo paro y le doy la dirección de unos bungalows bravazos. Cinco lucas hasta el Bosque. Nos subimos. El taxista escucha un bolero recontra chusco. Le digo casi en broma que cambie de emisora. El tío se asa y mueve el dial con brusquedad. ¡Ahí está bien! ¡No lo mueva! Ooooo, on the radio.
La niebla me daba mala espina. Por qué demora tanto en llegar. Marion miraba distraída hacia fuera de la ventana. ¿Se le quitarían las ganas? 3:52 a.m.
El tico hizo una frenada en seco. -¡Qué pasa! -¡Bájate, carajo! -¡Marion, corre! – ¡Te he dicho que te bajes, carajo! Alguien me golpea y me baja del carro. Marion se queda dentro. Entran tres hombres más. Uno está encima de Marion. Quiero levantarme, pero siento algo frío en mi sien. Si te mueves, te reviento. Me quedo en el suelo. No puedo ver, hay mucha humoniebla. Oigo gritos, oigo risas. Ooooo, on the radio, ooooo, on the radio…
Luz Merly y el videoclip de "Por un mañana mejor"
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La cantante peruana Luz Merly nos entrega una canción llena de esperanza y
que compartimos aquí en Trujilloteve
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