
La primera vez que leí la descripción de Macondo, ese pueblo ideal que Gabo nos dibuja como la capital de lo insólito y lo fantástico, pensé en la loable imaginación del autor, una fantástica habilidad para escribir una engañosa realidad.
Pero, cuando empecé a reparar con más cautela, percibí la mentira de lo fantástico y la verdad de lo real, por lo menos en eso concluí al ver el interrogatorio de Montesinos en el juicio que se le sigue al ex presidente Fujimori. Y como no hacerlo frente a la indomable actitud de un procesado que está siendo juzgado por una serie de delitos. Uno que, sin embargo lo tomó como una vitrina abierta para exponerse 2 horas y 54 minutos por medio de palabras, guiños, sonrisas, miradas, tecnicismos, fechas equivocadas, colombroños, poses y más. Un show mediático al nivel de cualquier vedette de la farándula que desde las 9:45am hasta la 1:00pm, me detuvo frente al televisor, y no sólo a mí.
El último lunes, inicio de semana laboral para el país, Vladimiro Lenin Montesinos Torres, el asesor todopoderoso, reapareció como antes, vistiendo un impecable terno azul, camisa blanca, corbata y pañuelo azul eléctrico, como en la era fujimontesinista con la cara más cínica, ¿será por la conciencia de saber que es el punto de atención?, al igual que antaño todos están ansiosos de escucharlo, de verlo.
Hasta el momento de su ingreso a la sala no nos habíamos percatado de un pequeño detalle que la Revista Caretas mencionó en su última entrega. “El doc” se cogió el saco antes de ingresar para que su “presidente” y su abogado pudieran respirar tranquilos, éste era el santo y seña de la no agresión (Caretas 2033), en ese momento ya los protagonistas sabían lo que pasaría. Fue entonces que los hechos insólitos, uno tras otro, pintó de cuerpo entero nuestra realidad de maconianos que, pensamos era creación de un escritor colombiano. De entrada me fije que la interpretación de las palabras, porque asi lo supuse ya que es un juicio oral, no serviría de mucho en un show destinado desde que se levantó el telón a ser pura práctica de la semántica gestual.
Pero cuando estaba a punto de caer en el pesimismo absoluto de descifrar el cuerpo, me alivió el escuchar de la oralidad una más para el guiness con la frase célebre: aunque usted no lo crea. ¿Y qué fue?, pues una simpleza, escuchar al testigo mencionar su introducción, “he venido para esclarecer que el presidente Alberto Fujimori no tiene ninguna responsabilidad en los hechos materia de este proceso”. Bueno dije no ha perdido su esencia montecínica.
Hasta ese momento no sabía a cuál de las apuestas le iba, me llamaba la atención una en particular, una planteada por una periodista española. Montesinos ese día iniciaría el Plan Limpieza Fujimori 2008: tú me limpias, yo te limpio. Y casi me convencía por su entrada, pero luego se desdibujó completamente, esa actitud no sería la correcta para un zorro astuto que conoce bien las reglas del juego. Empezó, entonces, su labor abnegada de difusión denominada: yo. Yo soy sólo su subordinado, no desmiento ni afirmo nada sobre lo que se acusa al presidente (porque él habla como si el tiempo se hubiera detenido en la década pasada), comenzó asi a desarrollar toda una retórica con palabras técnicas, términos legales, datos, fechas, nombres, negativas y su no olvidado ejercicio de superioridad con las manos. Pero, ¿dónde aprendería tantos términos legales?, en la Universidad San Marcos, no creo, o también le vino un diccionario de términos con su título comprado.
Justo en esta parte no cae más preciso un sabio dicho popular, uno que nos presenta a una pobre mona que aunque se vista de seda mona se queda. Ahora un asesor que se viste de el “cerebro” , el “inteligente” del poder, cae en su propio miedo, el ser un simple mortal sin ninguna fuerza extraordinaria, y cae en su instinto matonesco y vil, ese que su ponderada inteligencia debió controlar, ese que quedó al descubierto cuando respondió con un contundente Sí a la pregunta del Fiscal Peláez, sobre si un individuo podría matar por razones de estado.
Lo demás, muy conocido, las mismas patrañas de siempre. Acusaciones sin pruebas, como si su palabra valiera para alguien. Acusó al fiscal Guillén de haber coordinado un dictamen con él y señaló a los ex generales Marciano Rengifo y Roberto Chiabra de realizar espionaje telefónico.
Además de jerarquizar funciones, sino que lo diga Máximo San Román, nuevo y flamante ex mozo de Fujimori, quien por cierto no era muy diestro en el arte culinario, ya que no evitó una cortadura mientras hacía su labor, la que claro socorrió Montesinos. Sin embargo olvidó mencionar que ese mozo advirtió a Fujimori del documento donde el jefe del SIE en 1990, coronel EP Rafael Córdova, relataba el pasado oscuro de Montesinos. Un ups, en la memoria prolífica del ex asesor, que sólo él la considera así, porque su confusión de fechas era muy recurrente.
Cada acto de Montesinos durante la década pasada estaba prevista, cada paso tenia la labor de envolver también a Fujimori, y eso lo puede corroborar el mismo acusado, a quién el testigo calificó cómo poseedor de una memoria elefantiásica, la que sin embargo no lució mucho en anteriores interrogatorios, el “no me acuerdo” era su frase favorita.
Muchas luces y lentejuelas para un actor que se salió del libreto y no pudo más con su genio de figuretismo y resalte. Se excedió y calló, pero que al final no le sirvió de mucho o de nada, y menos el video que su abogada entregó a los medios después del interrogatorio. Uno en el que aparece él junto a la pareja terrorista Guzmán- Iparraguirre, y la compañía de un video de Fran Sinatra, my way, mi manera, esa que Montesinos está acostumbrado a usar.
Kolumna Vertebral
Neida Palomino Puertas
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