
Éste es un relato que me anime a escribir al leer esta noticia acerca de un accidente de tránsito: “Al menos 4 muertos y 36 heridos dejó accidente de bus con escolares en Nazca”, pues puede ser la situación de cualquiera la de tres adolescentes que murieron en aquel accidente cuando retornaban del viaje de promoción a Cuzco.
Una historia triste, pero real pues los accidentes no terminan y el caos vehicular sigue enlutando a 300 familias que sólo les queda resignarse a una pérdida irreparable aunque sientan impotencia, rabia y dolor que no se sepulta junto a la víctima y digo por que al final son los que llevan la peor parte, la muerte.
Cuando tienes 17 años estás en el inicio de tu vida, con la ilusión a cuestas y unas ganas de hacer todos tus sueños realidad, uno de ellos es viajar con tu Promoción y más si es al Cuzco. Tus padres te envían con la ilusión de que vuelvas con bien y feliz de tu viaje. ¡Ya estás en Cuzco!
Disfrutas de todo el recorrido y piensas:
¡El paisaje es impresionante, que fantástico es estar aquí!
Tomas fotos para el recuerdo y sientes nostalgia cuando piensas en que esto va a terminar pero a la vez alegría por que sabes que regresarás junto a los tuyos.
Estas en medio del viaje que te llevará a tu hogar cuando un brusco movimiento te aturde y te saca de tus pensamientos. En sólo unos instantes yaces tirada en medio de un arrollado conjunto de vidrios y sangre que es tuya, tu vida desvanece junto con tus sueños.
Tu familia se viste de luto a causa de tu partida y sólo prefieren recordarte con una eterna sonrisa, tus zapatillas color rosa y con tu buen sentido del humor que alborotaba toda la casa.
Mientras tanto las carreteras se siguen tiñendo de sangre y sobre todo la Panamericana que en una sola semana ha sido escenario de 4 accidentes, dos de los cuales tuvo como testigo nuestra región liberteña, ocurridos a la altura de Cañete y Pacasmayo.
Los que siguen viajando
Una historia triste, pero real pues los accidentes no terminan y el caos vehicular sigue enlutando a 300 familias que sólo les queda resignarse a una pérdida irreparable aunque sientan impotencia, rabia y dolor que no se sepulta junto a la víctima y digo por que al final son los que llevan la peor parte, la muerte.
Cuando tienes 17 años estás en el inicio de tu vida, con la ilusión a cuestas y unas ganas de hacer todos tus sueños realidad, uno de ellos es viajar con tu Promoción y más si es al Cuzco. Tus padres te envían con la ilusión de que vuelvas con bien y feliz de tu viaje. ¡Ya estás en Cuzco!
Disfrutas de todo el recorrido y piensas:
¡El paisaje es impresionante, que fantástico es estar aquí!
Tomas fotos para el recuerdo y sientes nostalgia cuando piensas en que esto va a terminar pero a la vez alegría por que sabes que regresarás junto a los tuyos.
Estas en medio del viaje que te llevará a tu hogar cuando un brusco movimiento te aturde y te saca de tus pensamientos. En sólo unos instantes yaces tirada en medio de un arrollado conjunto de vidrios y sangre que es tuya, tu vida desvanece junto con tus sueños.
Tu familia se viste de luto a causa de tu partida y sólo prefieren recordarte con una eterna sonrisa, tus zapatillas color rosa y con tu buen sentido del humor que alborotaba toda la casa.
Mientras tanto las carreteras se siguen tiñendo de sangre y sobre todo la Panamericana que en una sola semana ha sido escenario de 4 accidentes, dos de los cuales tuvo como testigo nuestra región liberteña, ocurridos a la altura de Cañete y Pacasmayo.
Los que siguen viajando
Los accidentes no se detienen al igual que los viajes, pues la gente se resigna a seguir con su faena, de esta manera sigue el riesgo a que ocurra otra tragedia.
Pero, ¿Qué se puede hacer? Hay que seguir viajando sino como vendo la mercadería, mencionó mi jefe después que comentó:
“Hoy, cuando me encontraba a mitad de recorrido de mi viaje el bus en que viajaba paso a lado de otro que al parecer había sufrido un accidente. Todo estaba oscuro aún y sólo logre ver un mar de vidrios mezclados con un charco que al parecer era sangre… ¡que pena!.., ¡pobre gente! Cuantas veces el bus en que viajaba estuvo a punto de chocarse, pero ¿Será talvez que todavía no es el momento de partir?”
Ese día llegó pensativo y no necesité preguntarle por qué, pues la respuesta era obvia, el temor de un accidente frente a la inseguridad del sistema, que tarda en solucionar este problema. Y no es para menos en lo que va del año ya se reporta 950 heridos y 300 muertos a causa de esta enfermedad sobre ruedas que tiene como síntomas la negligencia de un chofer y de la empresa a cargo de un bus camión, carreteras dañadas, entre otras. Se puede encontrar muchas razones de este mal y no soluciones mientras tanto el final siempre es el mismo, un accidente de tránsito.
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