¿No estaría mejor quedarse pacífico en su casa y no irse por el mundo a buscar lo imposible, posible, visible e invisible? ¡No!
Don Quijote de la Mancha II.
Federico Mayor.
UTOPÍA
Ladran Sancho, señal que cabalgamos… No figura en la Obra de Cervantes
Don Quijote de la Mancha II.
Federico Mayor.
UTOPÍA
Ladran Sancho, señal que cabalgamos… No figura en la Obra de Cervantes
¡Deja de ser apasionado! Hay que ser realistas, se nos recomienda. ¡No!. Mis ojos han tenido ocasión de ver ya mucho y nunca vieron a un realista hacer nada relevante. Los realistas nunca transformarán la realidad, porque la aceptan, porque renuncian a intentar cambiarla, porque promueven el sin remedismos y la indiferencia en lugar de la atención humana, de la pasión y de la compasión por los demás.
Nada emerge de las aguas remansadas, es necesario el encuentro, el calor. Para que cualquier reacción tenga lugar, es necesario el amor, la alteridad, el ser nosotros, sin cesar, sin cejar, para que surja al fin el manantial tan soñado.
Se ha dicho que la política es el arte de lo posible. ¡No!, esta es una apreciación alicorta y triste de política, que debe ser precisamente lo contrario: la política debe ser el arte de hacer posible mañana, lo que es imposible hoy, La política es un proyecto.
No es desde la inercia, desde la rutina, desde la monotonía, de donde saldrán las ideas que pueden reverdecer tantas cosas, hoy secas; abrillantar tantas otras, hoy enmohecidas; despertar las ahora adormecidas; reanimar otras, tan cansadas; sino que las ideas saldrán sacando fuerzas de flaqueza, que es contando en primer lugar con la fuerza creadora de cada ser humano, sin discriminación, único e irrepetible, esta fuerza creadora que produce lo inesperado; lo inesperado, nuestra esperanza de cambiar.
Como dice el ingenioso Hidalgo Don quijote: El hombre prevenido tiene ya ganada la mitad de la batalla, no se pierde nada con que yo esté preparado, que sé por experiencia que tengo enemigos visibles e invisibles y no sé cuando, ni donde, ni en qué momento, ni bajo que formas me han de acometer.
Hay que empezarnos a reconocer y redescubrir el hidalgo que llevamos dentro. Unir manos, unir voces, unir experiencias, unir y unir, y comenzar a dar sentido a cada palabra y oprobio a cada silencio, que podrá y estoy seguro cambiar muchas situaciones, hoy intolerables, que volverá a situar los ideales, donde hoy hay sólo mercaderes, que ofrecerá a las generaciones venideras un panorama menos convulso. Porque los sueño de los que viven por sus sueños e ideales quedan en el aire, y nos ayudan a respirar.
¡Son sólo palabras! No. La fuerza de la palabra, de la palabra sin violencia, ha cambiado ya, la agenda de los ricos, la palabra ha conseguido que los ricos hablen de alimentación, de cobijo y de salud. La voz de los menesterosos ha llegado a los oídos de los habitantes de los barrios más prósperos de la aldea global.
La Utopía, de quienes creen en sí mismos, presenta escenas muy distintas, a las que difunde el poder mediático sesgadamente. Aunque haya mal tiempo, aunque haga viento y aunque haga frio, hay que sembrar, sembrar sin acobardarse, sembrar pensando sobre todo a los más jóvenes; es cierto que buena parte de la semilla, por las condiciones del suelo o del tiempo o de otras adversidades no llega a fructificar, es cierto; pero también lo es, que sólo hay un fruto que nunca cosecharemos, el de las semillas que no hayamos tenido el coraje de plantar.
Sólo sembrando cada día, semillas de amor, de concordia y de amistad, podrán tener lugar las transformaciones que tanto apremian en estos inicios de siglo y de milenio. Para que lo Utópico se convierta en realidad, es necesario primero conocer y guardarnos de aquellas situaciones, situaciones y fenómenos que inhabilitan la Utopía, y que de forma arrogante la cercenan justo en el momento en que germina. La Utopía termina donde empieza el dogma, la imposición fanática, la arrogancia, la prepotencia, la soberbia-del yo soy mejor que tú-la intransigencia, la resignación, la obediencia ciega, la atención inquebrantable. La Utopía termina cuando se guarda silencio, silencio cuando se tortura, silencio cuando se amplían las brechas en lugar de reducirlas, silencio cuando se degrada el aire y el mar; silencio, silencio cuando se corrompe, cuan se abusa; silencio, silencio cuando la brújula y las estrellas nos guían, cuando estos valores altos, se sustituyen por transacciones económicas, cuando la diversidad a fuerza de ser espectadores y receptores, degenera en uniformización, gregarización y uniformidad.
La Utopía termina, cuando se uniformiza la diversidad cultural, que es nuestra gran riqueza la unicidad de cada ser humano; cuando el pensamiento único, cuando la dominación se postula a sí mismo como destino y quisiera confundirse con eternidad, como diría Eduardo Galeano.
Se confunde erudición y sabiduría y se confunde ser intelectual, con ser inteligente. Nos interesa destacar que se necesitan el conocimiento, que se necesita la experiencia, la experiencia de cada persona, que se necesita la sabiduría y que se necesita como dijo Einstein, sobre todo en momentos de gran oscuridad: se necesita la imaginación. Esta imaginación que puede hacer posible el que cambiemos radicalmente las situaciones de este presente, porque en la barriga de este mundo hay otros mundos posibles.
La democracia consiste, en que se nos tome en cuenta, no sólo en que se nos cuente. Es fundamental que construyamos a escala local y supranacional esta fantástica democracia genuina, donde todos los ciudadanos sin excepción, cuenten y no solo sean contados. Y donde se respete cada opinión. Como comunicadores debemos tener por tanto una actitud permanente de vigías, de observadores, de irrenunciable anhelo, para un por venir, que está por hacer.
Todos sin exclusiones y guiados por valores universales. Y a quienes nos digan que luchar cada día en favor de la dignidad humana, no sirve para nada, que nunca lograremos nuestros propósitos, que son Utopías imposibles, les contestaremos como don quijote a su escudero: que te parece esto Sancho ¿hay encantos que valgan ante la verdadera valentía? bien podrán los encantadores quitarme el éxito, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible, seamos valientes.
…ladran Sancho, señal que cabalgamos, no figura en la obra de Cervantes, pero Ladran Sancho ¡ladran!
Para Fernando Birri, las Utopías están en el Horizonte, uno camina 10 pasos y el horizonte se aleja 10 pasos más allá, uno camina 20 pasos y el horizonte se aleja 20 pasos más allá; entonces ¿para qué sirven las Utopías? Para eso sirven: para caminar, para avanzar, para crecer, para desarrollarse, para aprender.
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