ENTRE GUIÑOS Y COQUETEOS

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Muy atentos nos disponíamos a acomodarnos en nuestros asientos, para ser testigos de un hecho que todos los peruanos, en especial los familiares de las veinticinco víctimas que murieron en la matanza de Barrios Altos y La Cantuta esperaban: el careo entre Fujimori y Montesinos.

A pesar de haber seguido este hecho tras la pantalla de un televisor, podíamos apreciar el ambiente tedioso y complicado que se vivía en la Sede Policial De La Dirección De Operaciones Especiales (DIROES), que fue donde se llevó a cabo el juicio

Después de tantos años de espera, el ex presidente de la República, Alberto Fujimori y su ex asesor Vladimiro Montesinos , se reencontraron frente a frente luego de ocho años y en un contexto muy diferente a la última vez que se vieron, antes de que Fujimori huyera a Japón y Montesinos a Venezuela

El ex asesor presidencial fue trasladado a la DIROES desde la base naval del callao, donde cumple una condena de 20 años. Al ingresar, muy sonriente y emocionado por el reencuentro, Vladimiro hizo una venia al estilo oriental al ex Presidente, quien le respondió con un guiño, y coquetos encuentros de miradas. Esto puso en evidencia lo que ya sospechábamos, que ambos seguían siendo socios y cómplices.
El juicio empezó, el ambiente se volvió mas tenso, las preguntas por parte del fiscal fluyeron en busca de respuestas que ayuden al esclarecimiento de los hechos, pero Montesinos, desplegó todo un show mediático. El contenido era sencillo: proclamar la inocencia de quien dijo, fue “subordinado”.Montesinos hizo una cerrada defensa del “presidente Fujimori” y de la gestión de la cual él mismo fue protagonista. Sin embargo, cuando fue consultado por las temas de Inteligencia sobre el grupo Colina o sobre el juicio que supuestamente arregló a favor de Fujimori por evasión tributaria, no mostró la misma elocuencia. Entonces, prefirió amparase en su derecho a guardar silencio por tratarse de cuestiones de seguridad nacional y por el deber de confidencialidad entre abogado y cliente. Cuando terminó de dar su mensaje, más bien monótono, alrededor de la una de la tarde, Montesinos anunció que no hablaría más mientras durara el juicio que se le sigue por la operación de recuperación de la embajada de Japón en 1997. Por tratarse de un testigo “impropio”, es decir acusado y testigo a la vez, Montesinos tenía, el derecho a guardar silencio.
Negó lo que todos sabíamos que iba a negar, negó acusaciones a los representantes de la Fiscalía y a generales como Chiabra; se burló de políticos como el ex vicepresidente Máximo San Román expresando: “le preparaba el desayuno a Fujimori, no estaba preparado para más”. Reveló secretos de Inteligencia (”Plan Motel” de Velasco), para luego escudarse en un llamado protocolo de la misma para no responder a las preguntas del fiscal. Se mostró impertinente con el doctor César San Martín, e impecable en su dominio de la situación.
Fujimori no podía dejar de disimular la gran satisfacción que sentía, al escuchar las palabras de su “uña y mugre”. Le sonreía y guiñaba reiteradamente, como dos enamorados, todo esto me causó tan impresión que no sabía si se trataba de un juicio, o un circo.

Así pues Montesinos se fue sin decir nada más, pero su breve paso por el tribunal no fue suficiente para desterrar las muchas evidencias de la culpabilidad de Fujimori. Alberto Fujimori se retiró muy sonriente y con evidentes muestras de satisfacción por el resultado de esta audiencia tanto que no solicitó su derecho a réplica, como suele hacerse después de cada intervención de un testigo.

Terminó el juicio, todos muy extrañados por lo que habíamos presenciado, dejamos que un breve silencio nos envolviera, mirándonos unos con otros, pero que en cuestión de segundos fue desvanecido por una risa irónica y palabras de insatisfacción. Fue entonces que nuestro espíritu crítico salió a flote; empezaron a llover pasiones y discusiones sobre el tema con cierta acrimonia. Ahora solo nos queda esperar el final, para poder comprobar si existe justicia o no, en nuestro país.