Los encuentros después de largo tiempo entre personas que se guardan mutua aprecio siempre son de lo más conmovedor, te alteran el ánimo, te ponen eufórico, te hacen reír, y la felicidad que es un escurridizo abstracto invade tu ser.
No, no crean que estoy hablando de Ingrid Betancourt con sus hijos después del rescate de las FARC, definitivamente no. Estos aciagos personajes más bien parecen sacados de una tenebrosa película de terror ya que juntos cometieron los más espeluznantes crímenes, de hecho que ellos no se ensuciaron las manos para eso estaba el siniestro grupo colina. Suponen muy bien se trata del impredecible doc Montesinos y su sin par ex asesorado el ex presidente Alberto Fujimori .
Todo estaba listo para empezar el interrogatorio, los jueces los vocales Cesar San Martin, Víctor Prado Saldarriaga y Hugo Príncipe, ubicados en sus respectivos lugares , los abogados de ambas partes, y como era de esperarse la prensa nacional e internacional. Previendo semejante despliegue el doc se levantó muy temprano es de suponer que anteladamente se paso tinte por esas escasas canas, dignas de su edad , se vistió con su mejor traje, un sastre oscuro y una corbata azul brillante, claro que impresiono, muy seguro hizo su ingreso, y es allí donde por incontable vez hizo un clik con el chino.
Los que seguíamos atentos el ¿interrogatorio? No pudimos evitar soltar una sincera o maligna risita al ver como el fiscal Peláez sudaba la gota gorda ante las respuestas por demás irónicas del doc. Tomaba agua respiraba profundo y allí voy. Pero Montesinos estaba con las energías desbordando, eufórico, con un lenguaje corporal único, como dirían en la publicidad tomó su Red Bull, alzaba la voz, hacía enfáticos ademanes, tenía una actitud agresiva, desafiante, muchas veces pasó de ser testigo a fiscal, pero eso si ni bien saludó y se sentó dejo muy en claro lo que muchos ya esperábamos escuchar “He venido para poder cumplir y esclarecer que el señor Fujimori no tiene ninguna responsabilidad en los hechos materia de este proceso”.
Aunque no se acogió al derecho de silencio el doc respondió lo que se le dio la gana, las preguntas que no eran de su agrado o que simplemente su elevado criterio no consideraba importantes para la defensa del chino las escabullaba amparándose en el secreto profesional, en el secreto de estado o en el mejor de los casos olímpicamente decía no voy a responder.
El objetivo era por demás evidente limpiar de polvo y paja al presidente, como el dice , para este fin el doc utilizó todo su ingenio, su afilada lengua, su pegajosa verborrea, tanto así que hasta se permitió dar algunas lecciones académicas históricas y filosóficas al fiscal Peláez, que se encogía con cada cátedra del doc. Y más aun cuando este le recordó que su hermano también había defendido narcotraficantes.
El subordinado del chino dejó por los suelos a algunos como el desafortunado ex vicepresidente Máximo San Román de quien dijo no tener cerebro sino solo para cortar salame y preparar café, pero no dejó escapar la oportunidad para tirarle flores y darle muestras de su eterna fidelidad y admiración a su otrora jefe “el gran criterio” “la sensibilidad del presidente”, este por supuesto no fue ingrato ante tamaña demostración de afecto.
Sentado al frente no cabía en sus zapatos de tanta felicidad, a cada respuesta del doc asentía, con esos diminutos ojitos le hacía un guiño, se inclinaba hacia adelante para reírse mejor, parecía decirle vas bien todo está saliendo como lo planeamos.
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