Agonía de un fin de semana



Al que madruga, Dios le ayuda”. La alborada ya pasó y a las siete de la mañana el frió… el frió cala los huesos, pero no amilana… no amilana la lluvia de mates que habrá en el coliseo Gran Chimú, la furia… la furia de las tormentosas jugadoras auguraba reencarnar la época de ora del voleibol peruano.

El blanco y negro tiñe las viejas placas de las ligas nacionales que tomara color con un brillo juvenil de las atletas de vallejianas. La nublada Lima recibe a las jóvenes universitarias un fin de semana al mes, cuatro o tres batallas con muerte súbita se destara en el atiborrado plantel de voleibol “Circolo Sportivo Italiano”.

El calor caribeño recae en el juego vallejiano y a la batuta del cubano Rolando Díaz Monteagudo se diseña las estructuras de las armaduras para cada lucha. La fusión de norte y de Caribe da a luz una nueva corriente que desplomó las columnas del equipo victoriano, Alianza Lima, recordado por ser cuna de grandes seleccionadas nacionales.

“Se ganó la batalla, pero no la guerra”. Dos meses escaló en la tabla de posiciones y se conservaba invicto, aunque “Mas vale el diablo por viejo, que por diablo”. La lluvia de misiles esperaba al equipo de la Universidad Cesar Vallejo por parte del Deportivo Géminis (Campeón Nacional), el internacional Deportivo Alianza y el combativo Wanka Juventus.

La deficiencia en talla fue la clave para el triunfo de los clubes capitalinos, el bloque de las jugadoras de talla internacional revertían los ataques trujillanos, el agotamiento, el sudor en las caras de las combatientes, desataron los nervios y descontrolaron el juego norteño.

El ocaso esta cercano, el sol deja de alumbrar, la garra vallejiana deberá jugar mientras el balón este en el aire y hasta que el último rayo de sol de paso a la noche.

Verónika Rodríguez (verrod)
Miguel Roncal

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