Crónica de un macabro mal





El Modus Operandi


-¿Has pensado en mí?
-Sí. Todo el tiempo –escribe la jovencita-. ¿Y tú?
-¿Yo? Yo no paro de imaginarte; pero…
-¿Pero?... ¿Pero, qué? –pregunta preocupada-. ¿Pasa algo?
-No, nada. Es sólo que necesito verte. ¿Has pensado en lo que te propuse bebé?
-Sí; y nada de bebé. ¿Una bebé no iría a verte o sí? –digita aún con preocupación y duda, pretendiendo parecer arriesgada- Mis padres salen en tres cuartos de hora. Dame ese tiempo para cambiarme.
-Ojalá pudiera estar allí.
-¡Hey! Nada de travesuras –añade la menor-. Entonces, en aquel lugar que me sugeriste… ¿verdad?
-Te espero con ansias linda.



Los dedos no dejan de presionar las teclas del ordenador, la imaginación no se detiene y la perversión tampoco. Sentado en la cabina de siempre, él siente aquel placer que buscaba encontrar a través del espacio cibernético que lo separa físicamente de la dulce jovencita. Ella, comienza a tener sensaciones extrañas, la seducción extasía su ser, sus cambios hormonales están presentes y no duda en corresponder a la insinuación. No atiende al sentido del peligro, al miedo; después de todo no deja de ser una inocente niña a punto de conocer una cruda realidad. El adulto tentador no se detiene hasta lograr su ideal, el encuentro corporal con su víctima.

En el 2008, esta escena no deja de repetirse. Según la Defensoría del Pueblo, 13 menores de edad son víctimas de abuso sexual cada día en algún lugar de nuestro país; y aunque la mayoría de casos que se registran acontecen en el núcleo familiar, también existe una gran cantidad de estos inocentes agraviados que son captados a través de la red por adultos inescrupulosos, que no buscan más que satisfacer sus desvíos sexuales.
El Internet, es una herramienta que como muchas otras invenciones humanas, puede ser utilizada con fines protervos. Al igual que muchos diarios “chicha” que rozan con lo pornográfico, el ciberespacio ha sido cómplice de cuantiosos delitos de abuso sexual, no sólo como medio para encontrar víctimas, sino también como incitador de los bajos instintos de muchos de los enfermos psicosociales. En marzo de este año, el caso de Josafat Vargas Vitorino, escandalizó a la nación.




Perversión Fatal






La pequeña Astrid no había asistido a clases en la mañana, por lo que cerca de las 4:00 de la tarde decidió ir a pedir prestado el cuaderno a una de sus compañeras de estudios. Para suerte suya, en el mismo condominio vivía una de ellas, así que no vaciló en ir a tocar su puerta. Estando allí, nadie le abría. Pero ya alguien se había percatado de su presencia y la observaba acechante.

-Hola pequeña. ¿Buscas a alguien?
-Buenas tardes. Sí, una compañera de escuela.
-Bueno, según sé, todos salieron; pero regresaran pronto. Si deseas puedes esperar en mi casa.

Astrid, sólo tenía 9 años de edad. Aquella tarde, no volvió a salir de la casa de Josafat. Él luego de abusar sexualmente de ella, la estranguló y ocultó su cuerpo en un maletín.
Al siguiente día, en La Victoria, algunos desconcertados policías de la Comisaría Apolo, no sabían si tomar en serio las palabras de un agitado hombre, que hizo su aparición al promediar las 7:30 de la mañana.

-Debe estar borracho –comentó para sí un oficial.
-¡Violé a una niña! –dijo nervioso y exaltado el sombrío personaje-. ¡La he matado y tengo su cuerpo en mi casa! No sé qué me ocurrió, perdí el control. Fue el demonio, yo no quise matarla.

En la actualidad la pornografía infantil constituye el 60% de delitos de Internet, y el hecho antes mencionado no se hace ajeno. Los videos de pedofilia, videos pornográficos, los juegos en red y demás material virtual ayudaron a desarrollar el perfil psicopático que presenta el homicida. Los psiquiatras ocupados en el caso, pudieron diagnosticar visos de crueldad, de cinismo, de frialdad y fobia social. Al no desarrollar habilidades ni conductas interpersonales, Josafat Vargas, abrigó reacciones agresivas y enajenación al sentimiento de culpa, lo que significa que no posee una escala de valores morales, por lo que no tiene remordimientos ni escrúpulos, aunque ello no le impide discernir entre el bien y el mal.

Un cuadro psiquiátrico parecido, fue el de Samuel Frías Sánchez, asesino y violador de una niña de 8 años de edad. Alenda, se encontraba sola e indefensa dentro su hogar. El victimario sabía que la madre había salido y aprovechando su relación amical con la pequeña, ingresó al departamento, llevando consigo una bolsa de ‘chizitos’. Sujetó a la niña de sus cabellos y luego la atacó con crueldad.

-La presión de hacer algo prohibido fue demasiado fuerte como para resistirme –expresaba con frialdad mientras detallada su atroz delito-. La violé porque no pude controlarme más.

Es escalofriante descubrir como actos tan repugnantes no reciben las penas que realmente se merecen.



¿Y qué celebran?






Increíblemente, el 24 de junio se celebró el día del pedófilo. En Holanda existen asociaciones que reclaman la legalización de la pedofilia. Se considera que en esta conducta sexual, se cuenta con la aprobación del menor e inciden en distinguir que una cosa son las relaciones sexuales entre niños y adultos en las que prima el cuidado; y otra diferente, es en la que se abusa de ellos. Sin embargo, ¿Cómo pueden los niños discernir realmente lo que se les propone? Ellos aún no tienen facultades adecuadas como para tomar decisiones entre lo correcto y lo incorrecto para sí mismos; además, seamos conscientes, el niño objeto de la relación sexual generalmente – por no decir siempre- desarrolla un trauma y quién sabe, a largo plazo podría convertirse en un futuro violador o tener las mismas desviaciones que su abusador.

En los siguientes meses, se presentaron más casos, algunos menos siniestros que los antepuestos. En la región de Ayacucho, en Huanta, el sacerdote Fermín Lozano Noa, abusó de una menor de 13 años y luego se dio a la fuga, abandonando la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, donde oficiaba regularmente los ritos católicos.
En la última semana, para ser más exactos, el día viernes 11 de julio, se registró en Cercado de Lima la denuncia contra un profesor de arte que es acusado de haber tocado indebidamente a 6 niñas. Éstas declararon que el docente las sentaba en sus piernas y mientras manoseaba sus partes íntimas les preguntaba cosas extrañas y vergonzosas.




Hasta en las películas





Esta macabra realidad nos persigue. Dejar que los niños crucen la calle o que vayan al parque no es seguro. Fuera del colegio o a través de un computador, estas bestias los esperan, y no van a parar; menos aún cuando tanto se les alienta. Como dice una muy creativa canción de un conocido grupo de folk rock peruano:

“…Yo te espero, no me ves, pero te esperoTus pasos estoy siguiendoColegiala de mi amorNo soporto el temblor de mis rodillas¡eres tú! mi pesadilla, colegiala de mi amoryo sé que esto esta mal, pero el placer de hacerlome tiende una red de la que no me sueltoel diario en mi mente inyecta el venenono me puedo contenersi mi madre supiera de mi doble vidase mete más trago y revienta de irasi mi padre estuviera entendería¡que soy igualito a el…”
(La Sarita)
La rehabilitación es una utopía. Es nuestra opinión sincera, que además comparten muchos especialistas. Las estadísticas señalan que cuando se habla de abuso sexual a menores, la tasa de reincidencia alcanza al 70%; esto evidencia la falta de efectividad de los tratamientos psicológicos. Es por tal razón que se proponen soluciones como mayor severidad en las penas y su aplicación, aspecto que corresponde al Poder Legislativo y Judicial. El Estado debe velar por la seguridad y protección de los niños, no sólo restringiendo o limitando el accionar de estos enfermos psicosociales, sino también de los medios de comunicación que incitan su perversión.

Algunos cineastas también han querido pronunciarse al respecto. La película Niña Mala (‘Hard Candy’ 2005), plantea de forma no muy sutil, una alternativa bastante polémica: la castración. Este galardonado filme, que no deben perderse los amantes de aquellas sensaciones extrañas y a veces torturantes, narra lo que muchos considerarían la “pesadilla de los pedófilos”.


Una buena opción


Se debería reflexionar muy en serio acerca de la “castración química”. Podría ser la una buena opción. Esta consiste en inyectar cada seis meses Depo Provera (hormona femenina) a los sujetos que tengas psicopatías que los hagan propensos a cometer crímenes sexuales. La ampolla causa tres efectos (temporales): disminuye la intensidad y frecuencia de los pensamientos eróticos (impulsos sexuales), impide la irrigación de sangre al pene -lo cual no permite la erección- e imposibilita la obtención del orgasmo a través de la eyaculación.

El éxito de esta práctica se ha hecho notorio en Estados Unidos y Francia, países donde ya se ha podido comprobar la mengua de los casos de reincidencia de abuso sexual. Así que como referimos anteriormente, no estaría de más meditar y formular proyectos de ley que incluyan a la castración química en la aplicación de la justicia contra estos sujetos, más como un mecanismo de control que como uno de rehabilitación.






Por: Bazán Meztli / Inglessi Claudia

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