JOVEN, JOVEN, SIRVASE UN JUGO ESPECIAL

Trujillo es una ciudad que encierra en sus fronteras cultura, tradición, criollismo, amistad. Futuro que muchos no saben apreciar por seleccionar solamente un Trujillo de importancia comercial y superficialmente turística. Si a Trujillo lo miramos con la lupa de la perspicacia encontraremos en ella infinidad de riquezas populares, de experiencias transcendentales de la gente común y corriente, que después de todo no tendría nada de común y corriente.

Cuentos de las abuelas que fueron transmitiéndose de generación en generación por vía oral han pasado al olvido. Basta con visitar un rato el navegador de google, e insospechadamente damos por cierto a la mayoría de datos allí encontrados. Pero caminar más despacio en la ciudad nos hará disfrutar aquellos cuentos propios de creencias, de la sabiduría e imaginación proveniente de personas que tienen en sus conceptos más que sus propias vivencias.

La transmisión de las creencias regionales, se han convertido en temas diversos; las generaciones, encuentran en las calles, en las plazas, en los mercados más concurridos de la ciudad, una miscelánea de experiencias propias, totalmente personal. El ir y venir de la gente, hacen de esos lugares un contexto con significancia urbana para rescatar.

Uno de estos lugares del que me refiero es el poco anónimo Mercado Central. Aquí se concentra uno de los más vastos grupos de signos y códigos creados e impuestos por la gente del lugar, especialmente por las señoritas y señoras de los jugos especiales y no tan especiales que encontramos allí.

Su vestimenta común, es un mandil blanco y a veces no tan blanco sobre sus habituales faldas o jeans, y una pañoleta cuidadosamente limpia y arreglada en la cabeza, sujetada de pequeños ganchillos negros, para evitar que se caiga, de esta manera protegen la higiene de sus puestos y cuidan su imagen. El rostro de algunas de estas mujeres religiosamente puntuales en el mercado cada mañana, lucen pálidas o poco arregladas, será a causa del cansancio o preocupaciones ajenas a la venta en el puesto de mercado. Otros rostros lucen juveniles, llenos de vitalidad por el sutil maquillaje que muy temprano, antes de salir de casa se aplican un labial rosa talvez, cual sea, pero casi siempre lucen amigables, sonrientes y dispuestas a dar cualquier halago para acercarse a su puesto de desayunos al paso, con las repisas repletas de botellas de aguas, de gaseosas, y alcanzé a notar provocadoras botellas de algarrobina y miel, y quien sabe cuántos otros menjunjes más para dar sabor al desayuno especial, a tu desayuno que siempre tienen para ofrecerte.

Hasta allí llegan desde jóvenes hambrientos, hasta curiosos, por la atención de éstas mujeres, pues el trato que reciben los visitantes y caseritos es para que se sientan como unas verdaderas reinas y reyes. A las gorditas a como de lugar las hacen sentir delgadas, en forma; a las poco agraciadas o agraciados, unas verdaderas modelos de TV y sin importar que avanzados de edad luzcan, a todos llaman: “joven”, “joven”, “joven”, aquí te doy con yapa haciendo un ademán con los ojos, con la boca, con las manos, para llamar su atención.

Si pasaron por ahí para cortar el camino de llegada a otro puesto de venta, y si son de las personas que no tienen la nariz respingada, alerta sólo a los aromas de comidas de restaurantes exclusivos; siempre terminarán sentándose en las bancas de patas altas y redondas de estos puestos, para llevarse a la boca un jugo de frutas o un sándwichs; y mientras estén sentados ahí podrán deleitar sus oídos con las preocupaciones cotidianas de éstas mujeres: que si las hijas habrán ido al colegio, que dejaron al pequeño de la casa con la abuela, que la cuenta de la luz subió este mes, que el papá está enfermo, o que la novela está más interesante que nunca; a veces son buenas o malas noticias. Pero ellas siempre te sonríen.

Así transcurre la mañana para ellas, con expectativas de que cada día será diferente, que al final de un día más el dolor de los talones y la cintura por todo el rato que estuvieron de pie, se irá y estarán de nuevo vitales para el siguiente día y aunque así no sea, tratarán de sentirse vitales; conviviendo con la competencia y con las amigas a la vez. Compartiendo sus necesidades y logros que muchos no notarán jamás.

En este lugar siempre habrá mucho que mirar, que observar, y definitivamente nuestras nuevas tradiciones y costumbres se estarán perpetuando ya no con los mitos sino con el trabajo, dedicación, lucha y anécdotas de estas mujeres. Darnos una vueltita por el lugar tal vez resulte reconfortante, no sólo por el ponche que servirán, sino también por las muestras de optimismo que contagian.


Pinedo Amacifuen Dulhy Capulhy

1 comentarios:

Chica, chica sírvase un jugo con huevo y con doble yapa !

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