Por: Karina Bocanegra Salcedo
Pintor peruano Genaro Urbina, miembro
del Círculo de Artistas de París.
Nació en Cajabamba, allá por 1949. De niño solía ganarse unos centavos por dibujarles a sus compañeros de escuela. Además, en el colegio no pudo sacar un veinte como nota máxima en el curso de Dibujo, a pesar de su talento prodigioso, según narra en la entrevista realizada por Radio Francia Internacional el pasado 28 de Enero.
“Una anécdota que recuerdo es que, cuando estaba en secundaria, dibujé una flor muy bella, y cuando se la mostré al profesor para que me la califique, me dijo: ‘Te voy a poner diecinueve, eso es lo máximo que te puedo poner, más no, porque si te pongo veinte, quiere decir que eres más que el profesor’”.
Al finalizar sus estudios secundarios, Urbina migra a la costa, específicamente Trujillo, y emprende su carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional. Paralelamente a sus estudios efectuaría el ejercicio de la pintura para ganarse la vida, pintando retratos, diferentes dibujos, algunos hechos especialmente para maestros –con fines didácticos. Se gradúa con honores cinco años después, es entonces que se le presenta la oportunidad de viajar a Francia. Habiendo ejercido como ingeniero industrial varios años, Urbina decide dedicarse por entero a su gran pasión, la Pintura.
“La pasión por el arte pudo más”, afirma consternado.
Instalado en París y con unos pocos centavos en el bolsillo, Urbina se dedicaría a retratar en una concurrida plaza para sobrevivir.
“Mi fuerte era el retrato. En Trujillo yo retrataba a todas las reinas de belleza, a las reinas de la Primavera y de otras festividades, a la reina de la Marinera también”.
Su vida en París fue dura los primeros años. Con el discurrir del tiempo, la acumulación de experiencia y el trabajo constante, Urbina se hizo un nombre en la lista de los mejores artistas plásticos de París. Es así que llega a formar parte del famoso Círculo de artistas de París; a partir de allí figuran sus primeras exposiciones en diferentes ciudades de España, Francia y Alemania.
Actualmente se puede apreciar su último trabajo “Perú Profundo” en la Sala de Exposiciones de la Casa de la Emancipación (Banco Continental). Hace poco fui a parar en dicho evento cultural sin siquiera haber escuchado nombrar a este gran artista. Me encontraba con una amiga muy cercana, y juntas decidimos dar un vistazo a ver qué había de novedoso.
Al observar los primeros cuadros me di cuenta del genio creativo del autor y su avasallante técnica. Los dos primeros abordaban el tema de animales y hombres del Ande. En uno de ellos se vislumbraba un majestuoso cóndor blanco con las enormes alas abiertas posado en un indio y cubriéndolo casi por completo. Nos quedamos admiradas de la intensidad del color y los contrastes, además del fino trazo y la expresión de los rostros (muy vívidos). A medida que navegábamos por ese festín de colores y magia, nos quedamos extasiadas ante tanta belleza y sensibilidad. Hubo un cuadro que llamó mi atención más que el resto –ora por el imponente tamaño del lienzo, ora por el impacto de la figura–, se trataba de Un Indio.
“Una anécdota que recuerdo es que, cuando estaba en secundaria, dibujé una flor muy bella, y cuando se la mostré al profesor para que me la califique, me dijo: ‘Te voy a poner diecinueve, eso es lo máximo que te puedo poner, más no, porque si te pongo veinte, quiere decir que eres más que el profesor’”.
Al finalizar sus estudios secundarios, Urbina migra a la costa, específicamente Trujillo, y emprende su carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional. Paralelamente a sus estudios efectuaría el ejercicio de la pintura para ganarse la vida, pintando retratos, diferentes dibujos, algunos hechos especialmente para maestros –con fines didácticos. Se gradúa con honores cinco años después, es entonces que se le presenta la oportunidad de viajar a Francia. Habiendo ejercido como ingeniero industrial varios años, Urbina decide dedicarse por entero a su gran pasión, la Pintura.
“La pasión por el arte pudo más”, afirma consternado.
Instalado en París y con unos pocos centavos en el bolsillo, Urbina se dedicaría a retratar en una concurrida plaza para sobrevivir.
“Mi fuerte era el retrato. En Trujillo yo retrataba a todas las reinas de belleza, a las reinas de la Primavera y de otras festividades, a la reina de la Marinera también”.
Su vida en París fue dura los primeros años. Con el discurrir del tiempo, la acumulación de experiencia y el trabajo constante, Urbina se hizo un nombre en la lista de los mejores artistas plásticos de París. Es así que llega a formar parte del famoso Círculo de artistas de París; a partir de allí figuran sus primeras exposiciones en diferentes ciudades de España, Francia y Alemania.
Actualmente se puede apreciar su último trabajo “Perú Profundo” en la Sala de Exposiciones de la Casa de la Emancipación (Banco Continental). Hace poco fui a parar en dicho evento cultural sin siquiera haber escuchado nombrar a este gran artista. Me encontraba con una amiga muy cercana, y juntas decidimos dar un vistazo a ver qué había de novedoso.
Al observar los primeros cuadros me di cuenta del genio creativo del autor y su avasallante técnica. Los dos primeros abordaban el tema de animales y hombres del Ande. En uno de ellos se vislumbraba un majestuoso cóndor blanco con las enormes alas abiertas posado en un indio y cubriéndolo casi por completo. Nos quedamos admiradas de la intensidad del color y los contrastes, además del fino trazo y la expresión de los rostros (muy vívidos). A medida que navegábamos por ese festín de colores y magia, nos quedamos extasiadas ante tanta belleza y sensibilidad. Hubo un cuadro que llamó mi atención más que el resto –ora por el imponente tamaño del lienzo, ora por el impacto de la figura–, se trataba de Un Indio.
“Un Indio” (150 x 100) Acrílico sobre lienzo. Genaro Urbina.
Nos quedamos un buen rato observando este lienzo que, al parecer, ostentaba una fuerza individual arrolladora. El rostro del indígena se nos presentaba difuminado a través de pequeños puntos que formaban la piel. Coincidimos en que era el mejor cuadro de la sala y decidí adquirir una postal con la imagen de aquel indio que me miraba con unos ojos semidormidos en ademán de resignada fortaleza.
Al salir del recinto decidí indagar sobre el autor de esta obra magnífica y que no sólo rendía culto al arte sino a la cultura peruana autóctona –casualmente en días de Fiestas Patrias.
Es así que me enteré de Genaro Urbina y su vasta carrera de pintor en la excelsa Ciudad de la Luz.
“Yo pinto la música, pinto el movimiento, pinto el viento.”
Urbina, para RFI, Enero de 2008
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