Territorio bien contado

Por: Antonio Muñoz Vásquez

Reportar muerte y desolación es el trabajo de estos hombres: los periodistas de guerra. En “Territorio Comanche”, el autor nos presenta a la muerte entre risas y con una simpleza magistral.



Foto: Enciclopedia Encarta

Desde su experiencia de varios años como reportero de guerra, en muchas partes del mundo, Arturo Pérez Reverte, nos presenta una historia que tiene un sólo protagonista: la guerra. Este primer capítulo de “Territorio Comanche” nos introduce a un mundo lleno de “aventuras” en la más completa incertidumbre que, para un reportero, significa el no saber si mañana seguirá vivo o completo. Es la vida de un corresponsal de guerra ¿simple?, ¿complicada?, al fin y al cabo es su trabajo.
Barlés y Márquez, reportero y camarógrafo son los “protagonistas” del primer capítulo. Sancho y el Quijote, el Quijote y Sancho. Con una técnica utilizada por la mayoría de los novelistas contemporáneos, Pérez Reverte corta los tiempos, nos lleva de aquí para allá, del después al antes, para terminar en el ahora. Lo que llama la atención es la simpleza, limpieza y claridad con contando historias. Relatos de personas, más bien de “personajes”, unidos de manera tácita por la insigne labor de reportar la guerra.
El territorio comanche es el climax de la labor de estos hombres. “No puede contarse la guerra dese el hotel, sino es preciso ir allí donde ocurren las cosas”, dice Pérez Reverte en el primer capitulo. Los hay los que reportan desde la comodidad del hotel, “los que se encuentran a mas de cincuenta kilómetros de la bala más cercana”; los actores de “Territorio Comanche” son los otros, los que viven en peligro constante, con la adrenalina a flor de piel.
"Para un reportero en una guerra, territorio comanche es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos, mientras escuchas el ruido de tus pasos sobre los cristales rotos. El suelo de las querras está siempre cubierto de cristales rotos. Territorio comanche es allí donde los oyes crujir bajo tus botas, y aunque no ves a nadie sabes que te están mirando." La vida y la muerte son relativas en este lugar, que no está en ningún lugar. Esta vez el territorio comanche es la ex Yugoslavia, exactamente bajo el puente Bijelo Polje (lugar donde empieza la novela), junto a “Sexsymbol”, un soldado desconocido, caído en batalla por su eficacia pisando minas.

“Lejos de contar la historia de los buenos y bondadosos periodistas que se van a los conflictos con la muy noble misión de registrar la verdad de la guerra, Reverte nos cuenta qué son los corresponsales de guerra: unos mercenarios un poco locos (hay que estarlo para meterte por gusto en una guerra), armados con cámaras en vez de armas, que se juegan el pellejo para que luego nos entretengamos cinco minutos en casa viendo cómo tal o cual ciudad es bombardeada antes de Aquí hay tomate”, comenta José Joaquín Rodríguez, reconocido crítico literario. En verdad, es una historia universal porque, ¿quién no está un poco loco? (hay que estarlo para atrevernos a enfrentar el día a día), inermes, bajo las bombas del odio y el olvido. El territorio comanche vive en nosotros. Por extensión se puede aplicar, como se ha hecho ya, a diferentes situaciones conflictivas, puntos álgidos que se pueden vivir en el campo de batalla real o en lo más profundo de cada ser humano.
No dejemos que la primera impresión nos guíe. La obra de reverte es extraordinaria y vale la pena leerla. Los nombres de lugares y personas son, a mi juicio, secundarios. Para disfrutarla, debemos dejarnos atrapar por la historia, por la descarnada simpleza y el lenguaje directo (mezcla de periodismo y ficción) con que el autor nos trasmite esa realidad llena de paradojas y conflictos. Con seguridad, al final del primer capítulo, estaremos ansiosos de conocer más de este mundo fantasiosamente real.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More